El Tercer Reich en el poder by Richard J. Evans

El Tercer Reich en el poder by Richard J. Evans

autor:Richard J. Evans [Evans, Richard J.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2005-01-01T05:00:00+00:00


PROMESAS SOCIALES Y REALIDAD

I

En general, se opinaba que A la Fuerza a través de la Alegría y sus programas asociados eran un sustituto de las mejoras económicas auténticas y, de hecho, esta opinión tenía una base real. Las investigaciones estadísticas coinciden en que entre 1933 y 1939 la situación económica de la masa de asalariados de clase trabajadora no mejoró sustancialmente. El valor nominal de los salarios por hora en 1933 representaba un 97 por 100 del de 1932. En 1939, los salarios sólo habían subido un punto porcentual y, por tanto, no habían recuperado el nivel anterior.[1166] El Instituto Alemán de Investigación Empresarial reconoció el 24 de febrero de 1937 que el rearme había supuesto «un gran sacrificio para el pueblo alemán», aunque intentó desmentir que el nivel de vida hubiera descendido.[1167] Calcular los salarios reales siempre ha sido un asunto complicado, más en el Tercer Reich que en la mayoría de economías. El comisionado de precios, Goerdeler, se tomó muy en serio la tarea de mantener los precios bajos; pero el Ministerio de Economía admitió en 1935 que las estadísticas oficiales subestimaban las subidas de precios, sin mencionar los alquileres y otros factores. Estimaciones recientes han situado el salario medio en la industria por debajo de los niveles de 1928 (que se reconoce que fue un buen año) hasta 1937, creciendo un 108 por 100 en 1939. En la práctica, esto significa que muchos trabajadores de las industrias de bienes de consumo seguían ganando menos de lo que ganaban antes de la Depresión; sólo los que trabajaban en industrias relacionadas con la guerra cobraban sustancialmente más.[1168] Además, en esta ecuación también intervienen las escaseces de todo tipo, parejas a la calidad cada vez más deficiente de muchos productos a consecuencia del uso cada vez más frecuente de sustitutos de materias primas básicas como la piel, el caucho y el algodón. A mediados de los años treinta, bajó el consumo per cápita de muchos alimentos básicos. Además, los incrementos salariales sólo se conseguían con jornadas más largas. En julio de 1934, los fiduciarios de trabajo obtuvieron el derecho a incrementar las jornadas más allá de las ocho horas diarias legales y, especialmente en las industrias relacionadas con el armamento, lo utilizaron. En el sector de la producción de maquinaria, por ejemplo, en la primera mitad de 1939 se incrementaron las jornadas semanales hasta las 50 horas, después de que durante la Depresión se hubiera producido un retroceso de 49 horas en 1929 a 43 en 1933.[1169] Sin embargo, entre 1932 y 1938, los salarios disminuyeron un 11 por 100 en relación a la renta nacional. Entre 1928, cuando el 10 por 100 de los asalariados mejor pagados representaba el 37 por 100 de la renta nacional total, y 1936, cuando éstos representaban el 39 por 100, las desigualdades crecieron.[1170] Las numerosas deducciones sobre las nóminas, ya fuera para A la Fuerza a través de la Alegría, el Frente del Trabajo u otras organizaciones similares, sin mencionar el sinfín de



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